Cuenta una antigua
leyenda Rociera, acerca de un hombre llamado Francisco, quien cuidaba la Ermita
de la Vírgen del Rocío. A ella acudía la gente a rezar con mucha devoción y
pedirle a la Vírgen algún milagro.
Un día el ermitaño Francisco quiso
pedirle un favor. Lo impulsaba un sentimiento generoso. Se arrodilló ante ELLA y
le dijo:
Señora quiero padecer por tí, déjame ocupar tu puesto, quiero
reemplazarte en tu altar. Y se quedó con la mirada fija puesta en la Vírgen,
como esperando la respuesta.
La Vírgen abrió sus labios y habló. Sus
palabras cayeron de lo alto, susurrantes y amonestadoras:
" Hijo mío,
accedo a tu deseo, pero con una condición"
¿Cual Señora? preguntó con
acento suplicante Francisco.
! Es una condición dificil! le dijo la Vírgen.
Estoy dispuesto a cumplirla con tu ayuda Señora, respondió el viejo
ermitaño.
Y ELLA le dijo: Suceda lo que suceda y veas lo que veas, has
de estar en silencio siempre.
Francisco contestó.: Os lo prometo Señora y se
efectuó el cambio.
Nadie advirtió el trueque. Nadie reconoció al
ermitaño en el altar y la Vírgen ocupaba el puesto del ermitaño.
Y éste por
largo tiempo cumplió el compromiso a nadie dijo nada.
Pero un día llegó
un hombre rico, despues de haber rezado, dejó allí olvidada su cartera.
Francisco lo vió y calló. Tampoco dijo nada cuando un hombre pobre, que vino dos
horas después, se apropió de la cartera del rico. Ni tampoco dijo nada cuando un
muchacho se postró ante la Vírgen poco después para pedirle su gracia antes de
emprender un largo viaje.Pero en este momento volvió a entrar el rico en busca
de la cartera y al no hallarla, pensó que el muchacho se la había apropiado. El
rico se volvió al joven y le dijo enfadado:
! dame la cartera que me has
robado! El joven sorprendido replicó: !no he robado ninguna cartera!
!no
mientas devuelvemela enseguida! le repito que no he cogido ninguna cartera,
afirmó el muchacho.
El rico arremetió furioso contra él. Sonó entonces
una voz fuerte !detente! El rico miró hacia arriba y vio que la Vírgen hablaba.
El ermitaño que no pudo permanecer en silencio, gritó, defendió al
joven, increpó al rico por la falsa acusación.
Este quedó asombrado y salió
de la ermita.
El joven tambien salió porque tenía prisa para emprender su
viaje.
Cuando la ermita quedó a solas, la Vírgen se dirigió a Francisco
y le dijo: Baja del altar, no sirves para ocupar mi puesto. No has sabido
guardar silencio. SEÑORA dijo
Francisco ¿ como iba a permitir esa
injusticia?.
En ese momento se cambiaron los oficios. La Vírgen ocupó su
sitio de nuevo y el ermitaño bajó. La Vírgen siguió hablando:
" Tú no
sabias que al rico le convenía perder la cartera,
pues llevaba en ella el
precio de la virginidad de una joven mujer. El pobre por el contrario, tenía
necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo, en cuanto al muchacho que iba
a ser golpeado, sus heridas le hubiesen impedido relizar el viaje que para él
resultaría fatal. Ahora, hace unos minutos acaba de hundirse el barco, y él
acaba de perder la vida. Tú no sabias nada.
Yo si se. Por eso callo".
Y la Vírgen del Rocío nuevamente guardó silencio.
Muchas
veces nos preguntamos porque razón la Vírgen no nos contesta.
¿Por qué razón
se queda callada?
Muchos de nosotros quisieramos que ELLA nos respondiera lo
que deseamos oir, pero la Vírgen no es así; La Vírgen nos responde con el
silencio..............
DEBEMOS APRENDER A ESCUCHAR SU DIVINO SILENCIO,
SON PALABRAS DESTINADAS A CONVENCERNOS DE QUE ELLA SABE LO QUE ESTA
HACIENDO.
EN SU SILENCIO NOS DICE CON AMOR:
!CONFIAD EN MI, QUE SE
BIEN LO QUE DEBO HACER!